Érase que se era
un paquete de regalo.
No era un paquete corriente,
era un paquete empachado.
Rezaba en su etiqueta
que era un paquete para gatos
y alguien sin ninguna prudencia
le metió un objeto muy raro.
Una flauta travesera,
había en su interior.
una flauta de madera
que pesaba un montón.
El pobre paquetito
comenzó a sentir escozor.
Era la flauta de madera
un objeto superior.
El vientre del paquetito
sentía mucho dolor,
causado por la madera
alojada en su interior.
-¡Esto es espantoso!-
exclamó el paquete empachado.
-O me tomo una manzanilla,
o vomito en cualquier lado.
Ni un poco de manzanilla
pudo el paquete encontrar
y no le parecía adecuado
ponerse a vomitar.
Por eso cuando de lado
estaba el jefe del local,
sacó del estómago la flauta
y la cambió por un dedal.
Quedó encantado el paquetito
y sinceramente sonrió,
cuando se le acercó un gatito
y sin dudar lo compró.
Ahora está en la sala,
sentado junto al gato,
y sonrie satisfecho,
como todo buen regalo.