Érase que se era
un muñeco de chocolate
sentado en el supermercado
al lado del Colgate.
Era este muñeco
un muñeco glotón
y siempre devoraba
lo que había alrededor.
Si las bolsas de patatas
llegaban hasta su lado
en un minuto y medio
las había devorado.
Lo mismo con las galletas,
con las pastas y el turrón.
Este muñeco pequeño
estaba hecho un gordinflón.
Un día su mamá
muy seriamente le advirtió.
-¡No comas más porquerías
que van a darte dolor!
Pero el muñeco desobediente
ni siquiera la escuchó
y cuando un dependiente
a su estante acercó
unas latas de conservas,
sin dudar se las zampó.
-¡Que dolor pasó esa noche!
¡Su estómago cuanto sufrió!
Su madre ya le había advertido
y toda la noche se lo recordó.
A la mañana siguiente
que era día de Navidad,
su madre para escarmentarlo
lo mandó a viajar.
-¡Te vas a casa de la tía!
Allí ya aprenderás
a no comer noche y día,
a no devorar más.
El pobre muñequito
a esa casá marchó
y aunque estaba castigado
estupendamente lo pasó.
Había mucho ambiente
en aquella habitación
en la que enseguida su tía
cuando llegó lo colgó.
Aunque ya no podía
seguir siendo glotón
allí se divertiría
y jugaría un montón.