Érase que se era
dos hermanas gemelas,
las dos eran cantantes,
unas cantantes muy buenas.
Trabajaban en Milán
en una catedral muy bella
y soñaban en la Scala cantar,
como sopranos gemelas.
Trabajaban de sol a sol
todo el día repinicando,
lo mismo cuando salía el sol
que cuando se estaba acostando.
Al pueblo podían llamar
tocando un arrebato
y lo conseguían convocar
mejor que si fueran silbatos.
Llegada la Navidad
se tomaron un descanso,
volvieron a su ciudad
para pasar las vacaciones cantando.
Canciones de Navidad
un día y otro tocaron,
por eso sin dudar
sobre el piano se instalaron.